"Fue aquel día cuando descubrí que las lágrimas se derraman. No se caen, ni se tiran, ni se vierten. Se derraman. Como si se hubieran estado acumulando a lo largo de los años en las vasijas invisibles del querer. Como si cada día feliz con mi abuelo, todos y cada uno de mis familiares hubieran ido guardando una a una las lágrimas que derramarían de golpe."
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